22 ago 2011

De los Pirineos al mar

Veo el final de las vacaciones.


La Cerdanya era sinónimo de invierno, de frío, de nieve. Era sinónimo de blanco. De un paisaje y una tierra amada, llena de historia y de historias. Ahora es también el ritmo calmado de nuestros veranos. De pequeños senderos para pasear y aventuras para descubrir.

El mar. Otro placer indescriptible. Estoy sobre mi toalla, en la arena, y escucho el ritmo de las olas rompiendo a mi lado (sólo necesito aislar las voces de tres adolescentes hablando sobre su fiesta de la noche anterior y las de cuatro señoras discutiendo sobre su cursillo de informática básica). Noto los rayos de sol mientras las niñas descubren juegos en la arena y en el agua.

Se terminan las vacaciones.

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