Recuerdo perfectamente el día que dejé de ser yo. Fue en septiembre de 2009. Tenía 37 años, que me habían costado bastante de forjar. Una carrera profesional, varios cursos, cinco idiomas, muchos viajes, horas y horas de lectura y multitud de experiencias vitales se volatilizaron en cuestión de segundos.
El primer día de guardería de las pequeñas dejé de ser Núria. Pasé a ser (en el mejor de los casos) la mamá de Ona y Estel. Y en un caso un poco peor, pasé a ser la mamá de “las mellizas”. Yo, mi yo más personal, más claramente marcado por mi carácter y mis pensamientos, se esfumó. Y pasé a formar parte de un grupo de madres y padres (mayoritariamente madres) que se podría denominar como “las mamás de la guardería”. Debo deciros que no me gustó nada esa sensación. No me gustaba nada esa uniformidad de un grupo de mujeres que nuestro único tema en común eran los niños de nuestra clase. No estaba acostumbrada a ello e intenté “escaparme” un poco de los tópicos. Pensé: “Sí, claro. Soy la mamá de Ona y Estel. Con estas otras mamás vamos a compartir mínimo dos años. Necesito saber cómo se llaman y dar valor a su nombre. Quizás ellas también piensan que se están esfumando”. No quiero decir que conociera ni congeniara con todas, pero por los menos, con las que creé más afinidades, la relación traspasó esta línea.
Lo conseguí sólo con algunas mamás. Ahora, en la escuela nueva, mi esfuerzo es mayor. Compartiremos muchos años de la educación de nuestros hijos, y su vínculo es también el nuestro. Me alegro de ir a cenar con algunas de estas mamás, y compartir con ellas más que las historias de nuestros hijos. Me gusta saber sus nombres y poder hablar de aficiones y expectativas. No es fácil con dos clases (50 niños, un centenar de adultos... no es tarea fácil).
Porque sí, porque es agradable volver a ser Núria. Igual de agradable (y orgullosa) que es ser “la mamá de Ona y Estel”, pero para mí es muy importante recuperar estos espacios. En todos ellos me siento cómoda, pero a veces es vital que nos reivindiquemos. A veces es muy fácil olvidar quién hay detrás de esa “mamá de”…
Este artículo es mi colaboración de este mes en De mujer a mujer y ahora ellos también
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