12 may 2016

Mala pata, sentimiento de culpa y máster en paciencia


M

Estas últimas 7 semanas han estado marcadas por la mala pata. Literal. El sábado de Semana Santa, una de las mellizas tuvo una fractura espiroidea en la tibia. Enyesada toda la pierna de arriba a abajo. Todo el mundo te pregunta qué ha pasado, si ha sido algo muy grave, un accidente aparatoso... pues no, una caída tonta. Este tipo de fracturas vienen siempre, eso parece, de caídas tontas. Parecía tan imposible que cuando me dijeron en el hospital que era fractura y necesitaría yeso durante 3 semanas se me vino el mundo abajo.
Y empecé con un sentimiento muy profundo. ¿Por qué fuimos ese día a esquiar? ¿Por qué escogimos esa estación? ¿Y si hubiera estado enganchada a ella? ¿Se habría caído? ¿Por qué dudé, cuando lloraba de dolor, que hubiera podido hacerse daño? Me rompí cuando se la llevaban en un trineo-camilla y ella sólo se preocupaba por si iría detrás suyo, que no la dejara sola. Cuando la miro sé que no puedo volver atrás, que no puedo ahorrarle el accidente, ni el sufrimiento. Pero he llorado mucho.
Nos dijeron tres semanas y me pareció una eternidad. Volvemos a la logística, la famosa logística. Silla de ruedas, muletas, operativo para ducharse. Al cabo de una semana tuvimos otra visita, ya en el centro médico de nuestra ciudad. “Este tipo de fractura son seis semanas, así de base”. ¿Seis semanas? ¿Cómo? Otra vez el mundo se viene abajo. Hemos vivido una montaña rusa de emociones y ánimos. Ahora arriba (¡todo saldrá bien!, ¡lo importante es que se cure perfectamente!), ahora abajo (se perderá los campamentos del cole, 'ya estoy cansada de no poder moverme mucho, mamá'). Pero por encima de todo hemos vivido un máster de paciencia impresionante. Máster de la pequeña, que con sus dificultades de gestión de emociones, ha visto y comprobado cómo sus compañeros la han ayudado en todo lo que han podido. Ha pedido ayudo y ha dado mucho las gracias. Cada mañana, sus compañeros han hecho turnos para quedarse con ella a jugar en la clase y después de comer. Se han organizado la clase para que ella pudiera apoyar la pierna. Su hermana, con ciertos celos, ha entendido que necesitaba más ayuda por nuestra parte. Y nosotros hemos recordado el valor de muchas cosas, y especialmente, a priorizar las necesidades y darnos cuenta de lo que realmente importa. Y hemos recordado que cuando crees que ya no puedes más... aún puedes aguantar. Tienes que hacerlo. El 19 de mayo le quitarán el yeso, y luego veremos. ¡Tambien espero poder volver al blog!