Mañanas. Levantarse, desayunar, vestirse... y a jugar al parque. Jugamos con las piedras, con los toboganes y con las casas que parecen castillos. Las piedras son a veces sopa, pollo, helados o fresas. El césped, el aceite para aliñarlo todo. Por la mañana, pocas variantes más: vamos al mercadillo artesanal o hacemos un pequeño paseo por el bosque. Pintamos en el cuaderno o jugamos con plastilina. Y a la mañana siguiente, levantarse, desayunar, vestirse, jugar en el parque o fer un pequeño paseo.
Comer, siesta (si hay suerte) y empieza de verdad nuestro día. Excursiones en bicicleta, picina, excursiones al lago para jugar a tirar piedras al agua, jugamos con los amigos, vamos de fiestas mayores a ver a los gigantes, paseamos... y al día siguiente, vamos a la picina, hacemos una excursión o jugamos a saltar sobre las piedras del camino.
Al atardecer, cenar temprano (que estan muy cansadas) y a dormir toda la noche, porque mañana empezará otra nueva aventura.
Las vacaciones con las mellizas son una estraña mezcla de calma y un no parar quieto en todo el día. Un ritmo que ya hace tiempo que asumimos y que aprendimos que es lo mejor para que ellas “funcionen”, Y si ellas funcionan, nosotros “funcionamos” y podemos hacer “vacaciones”. La clave, como aprendimos el primer verano, es adaptarnos a sus horarios.
Hola!! Vi que me añadiste como amiga en Madres Blogueras y me animé a visitar tu blog.
ResponderEliminarCuánto me suena lo que comentas... mi día a día también es un non-stop continuo, y sólo tengo un peque.
Ya me quedo por aquí.
Soy Mousikh de www.unamiradaalotrolado.com
Encantada k te hayas animado a seguir la invasión! También te sigo via Twitter!!!!!
ResponderEliminar