Me encantan las
historias que se inventan las pequeñas. Su lógica, su imaginación, sus
explicaciones de los fenómenos más cotidianos y aquel punto de orgullo cuando
les explicas algo y te responden con un "sí, eso ya lo sabía".
Estuvimos unos días en la playa, y uno de los muchos entretenimientos que
teníamos era buscar las piedras más bonitas. Un día por la tarde, Estel
me regaló una. "Es una piedra contra las pesadillas, mama. La tienes que
colocar en la mesilla de noche, y si sueñas con brujas o bichos malos, así la
tienes al lado para cogerla y tirarla contra la bruja ". Aún con la
sonrisa en los labios le di las gracias por la buena idea que había tenido (bueno, obviando el ataque "violento" contra la bruja, pobre).
"La tienes que compartir con papá, porque no creo que los dos soñéis con
brujas a la vez", me añade.
"Claro, tienes
razón", le respondo. "Por cierto, Estel, ¿y para ti y para Ona no has
recogido ninguna?".
"Mama, si tengo
pesadillas no necesito piedras, te llamo a ti y tú me abrazas", me dice
con una sonrisa y poniendo esa cara de "mamá, no te enteras de nada".
Y yo la miro y pienso
que tiene toda la razón del mundo.
Que ternura Nuria! Debiste derretirte cuando escuchaste a Estel contestar a tu pregunta. En mi caso la unica historia de piedras que puedo contar hasta ahora es la disputa que tuvieron Piruleta y Patatona por una piedra que habian pintado en la guarde y no recordaban que piedra era de quien. Menudo sidral montaron! Un besito!
ResponderEliminar¡Si es que tienen unas cosas que dan ganas de comérselos!
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