Después de cuatro
años y de investigaciones poco empíricas, creo que ya puedo afirmar que la
maldición del puente de octubre es real. Existe y es más, no se puede hacer
nada.
Veréis. Las niñas
tenían diez meses en su primer ‘mes de octubre’. Estaban en la guardería y se
acercaban los 4 días del puente. Hacía una semana que su maestra me había dicho
que muchos niños estaban con gastroenteritis. "Ya está", pensé,
seguro que una de las dos, o las dos, no se escapan. Pero las pequeñas estaban
tan contentas y no había ningún síntoma. Que ilusa que fui. Nos íbamos. Las fui
a buscar a la escuela y nada más llegar a casa tuve que ir corriendo al baño.
Me pasé todo el puente en el lavabo y en la cama. Hacía siglos que no me
encontraba tan mal como aquel puente.
Todos sabéis que
los pequeños pasan todo el verano fantástico y al tercer día de colegio ya
vienen con mocos. Al año siguiente cayeron ellas, al siguiente mi marido. Este
año, todos estábamos perfectos, pero ya no habíamos hecho planes.
En casa lo hemos bautizado
como la maldición del puente de octubre, porque está justo en el timming de incubar algo con el inicio de
curso y explotar con el primer puente del curso. Bueno, vaya, eso de los
puentes parece que ya pasará a la historia. Quizás la maldición también...
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