A finales de verano recibí un mensaje de un padre de la escuela. Me
contaba que este verano, con las niñas (también tienen mellizas), habían estado
hablando de cómo nos escribíamos antes. Sí, ¿lo recordáis? Antes de los mails y
los Whatsapp. Habían hablado de cartas, sellos y carteros. Y me pedía nuestra
dirección porque una de las niñas, quería escribir una carta a Estel. Me
emocioné. Y a Estel le encantaría, porque cada día, cuando miramos el buzón, se
enfada porque sólo recibimos cartas los padres (no sirve de nada que le
explicamos que sólo nos escribe el banco). Además, su hermana recibió una del
hospital hace tiempo, y todavía lo tiene bien guardado en la memoria.
No le dije nada a Estel, así sería una sorpresa. Y llegó el día. Abrió
el buzón y comenzó a leer los nombres. Y cuando vio su nombre en la parte de
delante del sobre, la cara se le iluminó. Y cuando le dije que mirara detrás para
ver quién le enviaba la carta y vio que era Laia (su súper amiga), se puso a
saltar. Fue cruzar la puerta de casa y abrimos la carta para leerla. Y
rápidamente dijo que quería contesta. Así que cogió papel y lápiz y comenzó a
pensar qué le explicaría. Veis, en un santiamén había hecho un buen ejercicio
de lectura y ahora lo haría de escritura. Qué idea taaaan fantástica habían
tenido, verdad, los padres de Laia? Ona, que estaba un poco celosilla, propuso
escribir una carta para Jana, porque decía que no la había visto en todo el
verano. Así que me tocó buscar su dirección. Ya lo veis, las tengo a las dos absolutamente
emocionadas escribiendo cartas, tal y como había hecho yo durante años y años
de mi infancia, adolescencia y de hecho, no hace tantos años que dejé de
escribir.
Una compañera de trabajo me contaba que hace unos días, hablando con
una adolescente, soltó el verbo "cartearse", y que la chica no sabía
qué quería decir. Y pienso, con tristeza, que estamos perdiendo ese momento
mágico de encontrar un sobre dentro del buzón, con nuestro nombre, y lleno de
noticias de gente que queremos.
Uff, mi mejor amiga y yo nos escribíamos cartas sin parar... en vacaciones, todas las semanas nos escribíamos unas cartas interminables... y ahora todo el día guasap y audios de guasap, ¡qué pena! Cómo se está perdiendo algo tan bonito y entrañable...
ResponderEliminarBesos
Yo recuerdo cartas locas de 20 páginas, jajajajjajjajaa madre mía! espero que aún estén en alguna caja en casa de mi madre :-)
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