4 jul 2011

Cuestión de horas. ¿Ya han pasado nueve meses? Están a punto de nacer

Estoy de 38 semanas y media y ya no puedo más. Estel pasa de los tres kilos y Ona está con 2'5. Están bien, y en aquella visita, cuando ya pensaba que me dirían que tocaba aguantar, salgo con hora de ingreso programada. Tendremos que estar en el hospital antes de las ocho de la tarde para ingresar. 

Hasta que no entro no soy demasiado consciente de que ha llegado la hora de la verdad. Pero tampoco tengo demasiado claro qué será lo que me encontraré. En aquel momento lo viví como "una cosa te lleva a la otra" y ahora lo recuerdo como una nebulosa. A las once de la noche la oxitocina no me había hecho ningún efecto ... de modo que subimos a la habitación.

Quizás fue el momento donde comenzaron los nervios, porque te das cuenta que no sabes muy bien cómo irán las cosas. Y obviamente, me acordé mucho de la comadrona ... y más después de lo que me habían contado de ella en las salas de pre-parto del hospital. Y no como ejemplo de gran profesional, precisamente. Duermo intranquila. De hecho, no recuerdo si dormí. Lo que sí recuerdo es el momento de romper aguas. Durante todo el embarazo me preguntaba si me daría cuenta ... y me preocupaba, ¿eh? Cosas de ser "novata". Sí, es obvio. Es de esas cosas que hasta que no estás embarazada y lo vives no te das cuenta de cómo llega a ser de obvio. Es una de las sensaciones más extrañas que he tenido en mi vida.

Son las siete de la mañana del 15 de diciembre de 2008, dos días antes de mi cumpleaños (y sí, ahora me doy cuenta que puestos a pedir, debería haber programado el parto para el mismo día de mi cumpleaños. Ahora, con suerte , se acuerdan de felicitarme ... pero como ya hemos celebrado el de las niñas ...). Dejamos la habitación y volvemos a pre-parto. La gente del hospital me hacen sentir tranquila y segura. De hecho, estoy muy contenta del seguimiento que me han hecho los últimos cuatro meses. Nuevas comprobaciones. Estel está encajada, pero Ona está mal colocada. Finalmente será una cesárea. En un santiamén firmamos los documentos y a mí se me llevan hacia quirófano. Me doy cuenta de que prácticamente ni me despido de Jordi. No soy consciente del momento. Ahora mismo, sólo soy consciente de que no he entrado nunca en un quirófano. Pero también sé que cuando salga, ya no seré nunca más la misma .

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